Inteligencia Emocional
La inteligencia emocional y el desafío de Aristóteles
Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno. Con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo. Aristoteles
El desafío de Jesús
“Enójense pero no pequen” ¿Es posible esto? Es posible controlar en qué medida nos enfadamos y cómo estar enfadados con una persona y no con otra o enfadados con algo y no con alguien y además ¿estar enfadado en el momento necesario y no en el momento equivocado?.
De acuerdo a la ciencia podemos decir que sí es posible, pero la experiencia nos haría dudarlo.
Pero como hemos dicho en otras ocasiones, somos seres primero de emociones y después de razones, por eso somos controlados primariamente por estas emociones.
Los mecanismos de la emoción
En el libro de Inteligencia Emocional de Daniel Goleman podemos leer esta historia:
Era una bochornosa tarde de agosto en la ciudad de Nueva York. Uno de esos días asfixiantes que hacen que la gente se sienta nerviosa y malhumorada. En el camino de regreso a mi hotel, tomé un autobús en la avenida Madison y, apenas subí al vehículo, me impresionó la cálida bienvenida del conductor. Era un hombre de raza negra de mediana edad en cuyo rostro se esbozaba una sonrisa entusiasta, que me obsequió con un amistoso «¡Hola! ¿Cómo está?, Con ese saludo con el que recibía a todos los viajeros que subían al autobús mientras éste iba serpenteando por entre el denso tráfico del centro de la ciudad. Pero, aunque todos los pasajeros eran recibidos con idéntica amabilidad, el sofocante clima del día parecía afectarles hasta el punto de que muy pocos le devolvían el saludo.
No obstante, a medida que el autobús reptaba pesadamente a través del laberinto urbano, iba teniendo lugar una lenta y mágica transformación. El conductor inició, en voz alta, un diálogo consigo mismo, dirigido a todos los viajeros, en el que iba comentando generosamente las escenas que desfilaban ante nuestros ojos: rebajas en esos grandes almacenes, una hermosa exposición en aquel museo y qué decir de la película recién estrenada en el cine de la manzana siguiente. La evidente satisfacción que le producía hablarnos de las múltiples alternativas que ofrecía la ciudad era contagiosa, y cada vez que un pasajero llegaba al final de su trayecto y descendía del vehículo, parecía haberse sacudido de encima el halo de irritación con el que subiera y, cuando el conductor le despedía con un «¡Hasta la vista! ¡Que tenga un buen día!», todos respondían con una abierta sonrisa.
Aquí podemos ver un ejemplo de estos mecanismos y cómo funcionan las emociones y cómo estas pueden ser transmitidas de unas personas a otras.
La verdad es que todos transmitimos nuestros estados emocionales
Y no sé si esto te suena a buena o a mala noticia. La verdad es que todos los días nosotros somos también transmisores de estado emocionales o dicho de otra manera transmitimos el verdadero estado emocional en el que decidimos encontrarnos.
Si estamos ofuscados o frustrados, las personas con las que hacemos contacto, se irán afectados emocionalmente por nuestro estado de ánimo y “les habremos robado vida”. De la misma manera si estamos alegres y satisfechos, por medio de nuestras palabras y actitudes afectaremos a las personas que se nos acercan de manera positiva y entonces les “habremos dado vida”
Es así en el área de ventas y los negocios muchas personas aún no entienden que para tener éxito, una de las áreas a desarrollar es la Inteligencia emociona. Esta te permite “dar vida” esto es que cada persona con la que interactuamos tenga una experiencia positiva que hará que (inconscientemente) desee volver a experimentar esa emoción y vuelva por más.
Ahora veamos más acerca del enojo
Lo que sucede es que el enojo aumenta el flujo sanguíneo a las manos, haciendo más fácil empuñar un arma o golpear a un enemigo; también aumenta el ritmo cardiaco y la tasa de hormonas que, como la adrenalina, generan la cantidad de energía necesaria para acometer acciones vigorosas.
Obviamente este tipo de expresión de enojo hace que otros se sientan intimidados (consciente o inconscientemente) y tiendan a alejarse de nosotros. Esto afectará nuestras relaciones o nuestros negocios o nuestras ventas.
En cambio la felicidad
Uno de los principales cambios biológicos producidos por la felicidad consiste en el aumento en la actividad de un centro cerebral que se encarga de inhibir los sentimientos negativos y de aquietar los estados que generan preocupación, al mismo tiempo que aumenta el caudal de energía disponible. En este caso no hay un cambio fisiológico especial salvo, quizás, una sensación de tranquilidad que hace que el cuerpo se recupere más rápidamente de la excitación biológica provocada por las emociones perturbadoras.
Entonces, como resultado nuestro estado de felicidad es transmitida a las personas con las que interactuamos y proporcionándoles una sensación de reposo, un entusiasmo y una disponibilidad para afrontar cualquier tarea que se esté llevando a cabo y fomentar también, de este modo, la consecución de una amplia variedad de objetivos.
“Una conjunción de sabia razón y amplio espectro emocional es la combinación perfecta para enfrentar cualquier adversidad”
- Ben Sánchez