Ventilación emocional
La mala práctica de la ventilación emocional nos puede llevar a contener de manera sistemática las emociones pensando que estas perderán fuerza; de hecho, adoptando esta posición, hacemos más probable que se conviertan en un lastre. Si no las contenemos ¿no correríamos el riesgo de intoxicar nuestro entorno?
Las emociones
Estas son parte indispensable de nuestro ser, se van volviendo más complejas en la medida que crecemos y se amplía nuestro ámbito relacional. La verdad es que si aprendemos a gestionarlas de manera correcta se pueden convertir en nuestras mejores aliadas.
Cuando falla la gestión
Cuando la gestión emocional falla nos puede hacer mucho daño a nosotros y a aquellos con quienes nos relacionamos. Esa es la razón principal por la que es importante la ventilación emocional. Personalmente vengo de una familia en la que no se expresaban las emociones con toda la libertad. Las positivas sí eran bienvenidas, pero las negativas usualmente eran acalladas como pretendiendo negar que estuviesen allí.
Desde pequeños aprendemos a clasificar las emociones en positivas y negativas. Generalmente es suficiente con observar las reacciones de nuestro entorno para comprender que no todos los estados emocionales son igualmente aceptados.
Una de las complicaciones de esto es que cuando crecemos en un entorno donde la expresión de las emociones no ha sido enseñada y no está normalizada manifestaremos una tendencia a la represión emocional.
La consecuencia de reprimir
Reprimir no es dejar de sentir, reprimir solamente es un mecanismo de afrontamiento que puede tener una función temporal, pero que nos roba la oportunidad de permitir el escape de la tristeza, el dolor, la frustración o cualquier otra emoción negativa. Pretender que no nos duele o no nos frustra lo que sucedió o negar la afectación que nos ha causado, fingiendo bienestar solamente nos lleva a enquistar las emociones y eso no impedirá que siga presente y cause estragos en nuestra personalidad.
La ventilación emocional
La ventilación es importante aún en las habitaciones. Es necesario abrir las ventanas o las puertas en vez en cuando para refrescar el ambiente. De la misma manera sucede con nosotros y es necesario descomprimir el cúmulo emocional para refrescar nuestra vida.
La ventilación emocional consiste simplemente en dar salida a esas emociones que disimulamos o ignoramos. No debemos de tener temor a hacerlo, ya que esto no es sinónimo de debilidad, sino de habilidad de gestión emocional.
¿Cómo lo hacemos?
De preferencia no hagas partícipes de tus dolencias a personas que no entienden la importancia de hacerlo y pudieran hacer una mala interpretación o uso de la información. No a cualquiera se le abren las ventanas para que con confianza entre por ellas. Se recomienda a una persona con quien tengas un vínculo permanente y saludable. Lo óptimo sería un terapeuta o un coach. De no existir ninguna de estas opciones, entonces pudieras intentar hacerlo contigo mismo.
Dedica un tiempo a hacer una introspección, a escuchar con calma lo que sientes y a aceptarlo. Ponles nombre a tus emociones, comprende su origen y valídalas. Puedes apelar a la escritura como una valiosa herramienta. Escribir unos minutos cada día favorece esa liberación, especialmente cuando atravesamos situaciones adversas.
No existe una única forma de realizar una ventilación emocional. Lo importante es que escojas la opción que escojas, no olvides que todas tus emociones cumplen una función. Que para que la cumplan tienes que concederles un espacio.
Si guardas tus sentimientos bajo la alfombra, terminarás tropezando con ellos. Si nunca abres las ventanas, no podrá entrar el aire fresco. Una emoción expresada es una emoción superada.