Fragmentación del alma
La fragmentación del alma es una dolencia que se produce como consecuencia de haber experimentado algún hecho de gran sufrimiento, y no haber recibido el tratamiento o proceso de sanidad adecuado.
Esta dolencia se siente como una sensación de vacío y tristeza, como que nos faltara algo, como si hubiéramos perdido una parte nuestra y no pudiéramos encontrarla. La fractura del alma se puede producir por la muerte de un ser querido, una mudanza traumática, un gran susto, por haberse perdido cuando se era niño.
Puede ser a causa de un accidente importante, una separación, un divorcio en conflicto, una enfermedad o cualquier otra gran pérdida.
En general, para que el alma se fracture, tiene que suceder un acontecimiento que nos impacte e influya fuertemente. El alma usualmente se fragmenta por hechos concretos. La fractura es una de las dolencias que el alma experimenta en nuestro ser como resultado de alguna de estas experiencias.
Existe un antiquísimo lema que dice: "Cuando alguien se siente vacío y triste, es seguro que sufre de una fractura del alma”. También se dice que a quien tenga los ojos apagados le falta una parte de su alma. Obviamente esto es solamente representativo aunque al observarlo así pareciera.
Tratar con las heridas o fracturas del alma un proceso posible por medio de la re interpretación de la experiencia traumática. Esta es la manera en que la tratan algunos terapeutas, psicólogos o Coaches. Cuando el alma vuelve a estar íntegra o sana, regresa la alegría y el bienestar a nuestro ser, simplemente porque lo que regresa es la energía vital y con ella la salud espiritual.
Las fracturas del alma son la evidencia de que existe una herida espiritual en una persona. Aunque para muchos expertos el alma y el espíritu son dos cosas diferentes pero que se interconectan con una dinámica interactiva. Para ellos el alma es el recinto donde viven nuestras emociones y el espíritu es el recinto donde posa el espíritu de Dios en nosotros.
De acuerdo a algunos expertos, la fractura del alma provoca un agujero en la psiquis.
En los cuerpos sutiles y en el cuerpo físico de las personas que, generalmente, se terminan llenando de ideas y pensamientos negativos y de conductas que retrasan el desarrollo de la personalidad y afectan el carácter. Cuando alguna parte del alma se va, los ojos de una persona se ven y se sienten como apagados y sin brillo, como si les faltara algo de la esencia vital. En esto estarán de acuerdo psicólogos, coaches y hasta chamanes, ya que una persona que tiene heridas en el alma no tiene ánimo y eso se expresa en los ojos y en todo nuestro cuerpo.
Dicen algunos que los ojos no pueden ocultar el sufrimiento del alma y según sostiene el dicho popular: “Los ojos son el espejo del alma” Es precisamente allí donde se encuentra el reflejo de lo que sucede en el interior de una persona. Al mismo tiempo, las fracturas del alma se evidencian en las facciones de la cara que suele verse cargada de amargura y tristeza. Es la incompletitud o vacío que se expresa en el rostro.
Según una vieja teoría andina, las emociones y el pasado se marcan en la cara, las arrugas (lineas de expresión) hablan de historias pasadas que dejaron sus marcas en la piel. Esto también lo aseveran los psicólogos al hablar acerca de las lineas de expresión. Estas lineas o arrugas son el resultado de la interpretación de hechos emocionales concretos.
La muerte de un ser querido o de un compañero de vida es una causa muy común de varias fracturas del alma. Tras un acontecimiento de esa naturaleza, muchas personas recurren a un terapeuta o un psiquiatra para aminorar el dolor que genera tal pérdida. Esto es totalmente adecuado en los primeros momentos del duelo que tendrá su propio proceso. Muchas otras personas simplemente se aguantan el dolor y siguen adelante como pueden, pero siguen adelante.
Es recomendable tratar de solucionar la fragmentación del alma lo antes posible, así el duelo resulta menos doloroso. No olvidemos que se vive en duelo no solo cuando ha muerto un ser querido, también cuando hemos perdido el tiempo, la credibilidad, la influencia, la popularidad o cualquier cosa que consideremos valiosa.