La preocupación nunca nos ha llevado a ningún lado. Entonces, ¿por qué deberíamos preocuparnos ahora? Hubo muchas ocasiones en que pude haber muerto, pero no morí. Me intentaron secuestrar y milagrosamente escapé. En muchas ocasiones hice planes, pero no funcionaron. Y hubo muchas ocasiones en que abandoné los planes, pero las cosas funcionaron de todos modos.
Usualmente creemos que tenemos el control, pero nuestro control es muy limitado. Podemos controlar nuestra actitud y comportamiento hasta cierto punto, pero tenemos mucho menos control de los resultados, de lo que otras personas harán, lo que hará la naturaleza, de lo que hará Dios, de las oportunidades que estarán disponibles para nosotros, etc.
Nuestra preocupación viene del temor. Temor de que nuestras necesidades no se cumplan. temor a que no importemos, temor a que las cosas no sean como creemos que son. Nos preocupamos porque deseamos pensar que estamos en control total. Nos preocupamos y dejamos de disfrutar el momento, lo que somos y lo que ya tenemos, preocupándome por lo que deseamos ser o lo que deseamos tener.
La pregunta es, ¿con qué frecuencia nuestros temores se hacen realidad? No muy a menudo, ¿verdad? Si nos basamos en las probabilidades. Lo más probable es que la gran mayoría de sus miedos no se hagan realidad. Y los que sí lo hacen, pueden no ser tan malos como imaginas.
Permite que los problemas de un día sean suficientes. Preocuparse por el mañana no lo hará mejor. Y podrías arruinar tu último día preocupándote por un día que tal vez no va a llegar. Deberíamos considerar cada día como posiblemente el último, porque algún día lo será. Pregúntese: si hoy fuera mi último día, ¿qué cosas quisiera hacer? ¿Y cuáles son algunas cosas que debería evitar?
Eso nos haría cambiar totalmente la manera en la que vivimos el presente. Vive con fe, vive este día como si fuera el último. Ocupate del presente y déjale a Dios el día de mañana. Te recomiendo mi artículo “Cómo dejar de Preocuparnos”